ESTUDIOS JURÍDICOS · ACTUALIDAD LEGISLATIVA · RESEÑA DE LIBROS · VIDA EN LA FACULTAD
FACULTAD DE DERECHO · UNIVERSIDAD PANAMERICANA · CAMPUS GUADALAJARA



Cultura y Derecho: un binomio inseparable
1


 

GUILLERMO A. GATT CORONA2

 

La función específica del hombre no reside simplemente en la

posesión de facultades racionales,

sino en su efectiva actualización a través de su ejercicio,

de su acción...

En otras palabras, la virtud aporta la diferencia cualitativa

necesaria para llevar a plenitud el ejercicio...

de la función específica del hombre.3

 

SUMARIO: I. Introducción. II. Universitas. III. Los Retos. IV. Conclusiones.

 

I ] Introducción

 No hay una sola forma de ser profesor, y es precisamente porque dentro de los saberes y competencias que se busca fomentar en los estudiantes, cada uno de los docentes propone, con su propia personalidad, intereses, pasiones y especialidad, dar un tono o carisma a la clase, propiciando siempre exigir al alumno al máximo, para que pueda madurar en la mejor persona y jurista posible.

En los cursos que imparto, pero especialmente en licenciatura, al compartir con los estudiantes ideas en temas relativos al Derecho Constitucional, busco siempre tener en mente fortalecer el espíritu universitario que el estudio de una profesión implica, y respetar la enorme capacidad que los jóvenes tienen para investigar, discernir, argüir, debatir y conocer.

La idea es que el alumno no solo concluya el curso con saberes y competencias relacionados con el andamiaje constitucional, sino que también lo haga i. preguntándose (y respondiéndose) constantemente sobre la bondad y maldad implícita en los actos humanos, en su justicia intrínseca y no solo legalidad formal; ii. enriqueciendo su cultura y comprensión del entorno global, regional y local; y iii. reconociendo la relevancia de tener esa perspectiva humanista amplia para poder formarse mejor como jurista.

El propósito es coadyuvar a que el estudiante aprenda, explore, lea, se pruebe a sí mismo y al hacerlo no solo se convierta en un técnico del Derecho, sino que lo haga con vocación ética y en el amplio espíritu del humanitas.

Los médicos, ministros de culto y abogados tenemos muchas diferencias, pero cuando menos una gran coincidencia: quienes acuden con nosotros, nos dicen cosas que no comparten con otros, confían en que podremos ayudarles y, al depositar su fe (virtud humana también), nos dejan con esa enorme responsabilidad que, en el caso de los juristas, puede tener por objeto la familia, el prestigio, el patrimonio, o la libertad de las personas. Por eso, todos los abogados debemos ser profundamente concientes del compromiso que significa nuestro desempeño profesional, y la responsabilidad de poder atenderlo bien en lo técnico y en lo ético.

No cabe duda que la multiplicación de escuelas de reciente creación generó el detrimento de la calidad de la educación superior en México.4 Esta es la realidad a la que debemos enfrentarnos.

Quien busca ser maestro de Derecho debe siempre plantearse preguntas esenciales: ¿Qué Derecho se quiere enseñar? ¿Qué juristas se quieren formar? ¿Qué tipo de enseñanza requieren estos modelos de Derecho y de jurista?5 La respuesta debe tener como centro la dignidad de la persona humana (de todas las personas, sin dejar a ninguna de lado, como lo señala el Papa Francisco en Amoris Laetitia) con énfasis en los derechos humanos cimentados en una congruente antropología filosófica y por ende, con una formación ética robusta.

 II ] Universitas

 En su espléndido texto, La universidad y sus afluentes: el colegio de humanidades, el Dr. Alfonso Alfaro Barreto6 nos narra cuáles son los orígenes de la Universidad, que pasan desde hace unos 800 años, por la universidad medieval de clara herencia aristotélica, proyectándose después en el colegio humanista.

La universidad tal como la conocemos es una institución que surgió en Occidente. No brotó en las civilizaciones como la islámica o la confuciana, que tienen sus propias tradiciones educativas... La universidad (escolástica) se estructura al mismo tiempo que el ayuntamiento, el gremio, el convento (monasterio), el parlamento o la dinastía... En ese momento, la función de la universidad es tratar de explicar el cosmos y dotar de cuadros a los incipientes órganos de justicia o de gestión de la vida pública; por eso, las cátedras fundamentales son las de teología... seguidas de las de filosofía...

También es necesario hacer funcionar la vida en sociedad y, para ello hay que fundar las cátedras de Derecho; hay que por otra parte manejar de manera sistemática las relaciones con el cuerpo humano a través de los estudios de medicina...7

Posteriormente, en los siglos XV y XVI de Tomás Moro, San Ignacio de Loyola, de Las Casas, Vitoria, Erasmo, Bartolomé de las Casas, Alonso de la Veracruz y tantos más, surge el colegio de humanidades:

Si bien los colegios existían ya en la Edad Media... en el siglo XVI se convierten en una institución distinta: un espacio que aspira a ser el polo de florecimiento de la cultura humanista que se encontraba en su momento de plenitud... El colegio de humanidades está marcado por la centralidad de los procesos de comunicación (que se expresan a través del auge de la retórica y de la figura tutelar de Cicerón) en el desarrollo de la imprenta, y la formación de los gabinetes de curiosidades, ancestros de los museos y de las grandes bibliotecas...8

Poco a poco la universidad, tanto en el mundo católico como en el protestante, va siendo desafiada y transformada por la cultura del humanismo y las instituciones que ella ha hecho surgir.9

La Universidad no ha dejado de ser el lugar natural para interrogar el cosmos y, por lo tanto, el lugar natural de reflexión filosófica,10 pero ahora se le ha añadido buscar ser un actor social relevante en la comunidad.

 

La universidad tiene todavía a su cargo la exploración del universo, y de las sociedades humanas. Es todavía un polo capital para el desarrollo tecnológico y la comunicación. En la universidad continúan floreciendo las artes y las letras.... Tiene el encargo de procurar la estabilidad, pero también es ella la que gestiona la innovación y la flexibilidad; es la principal garante de una movilidad posible a través del conocimiento.11

 

El profesor de Derecho no puede limitarse a enseñar su materia, sino que debe provocar en el educando un anhelo constante por conocer y luego con espíritu ético: criticar, analizar, proponer, debatir, al tiempo que conoce el contexto mundial, regional y local para poder ser no solo un técnico, sino un auténtico jurisprudente (que fomente en la vida cotidiana de las dos virtudes que el vocablo entraña).

Ese anhelo ha de ser transversal durante el curso de tal manera que los temas políticos, históricos, literarios, sociales y culturales sean vistos por el estudiante como una extensión natural de los contenidos y competencias adquiridos durante el curso. En la época del Instagram, Twitter, Spotify, Netflix, Facebook, y tantos otros, parece no haber tiempo para el aprendizaje profundo, sino solo para lo que la inmediatez puede proveer.

Resulta difícil determinar cuáles son los mínimos culturales que sería razonable esperar de los estudiantes y en particular, de los egresados de Derecho. No obstante, pasa por tener un sustento filosófico y antropológico adecuado, tener una comprensión cabal de aquello que transcurrió en su educación básica, y comprender el contexto regional y mundial.

La comprensión del contexto puede concretarse de diversas maneras, incluyendo alguna tan sencilla como leer un periódico (de preferencia en físico) todos los días, complementándolo con lectura en línea de diarios relevantes alrededor del mundo y naturalmente, leer los clásicos. En palabras de García Gual clásicos son los autores y textos que han perdurado más allá del naufragio provocado por el oleaje del olvido y la desidia de los siglos... Son lo más resistente a ser engullido por el olvido... Clásico es el libro que no podemos dejar de leer sin cierto respeto; sin acceder a él bajo cierta reverencia.12

Cuando Italo Calvino explicaba en 1981 qué eran los clásicos, lo hacía de manera ejemplar: son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual... Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir. 13

No se trata de recomendar libros específicos (aunque podríamos aceptar el reto de leer íntegro el Canon que nos propone John Erskine en sus The Great Books,14 o el que sugiere Calvino en ¿Por qué leer los clásicos?), sino de incentivar al estudiante y luego al abogado, en el anhelo de conocer más, y siempre con un referente ético.15

Estoy convencido que solo se puede ser un abogado en el contexto pleno del término, ahí donde la formación es también integral. No hay una única estrategia para lograrlo, pero sí algunas que funcionan de manera eficaz para poder fomentar, cuando menos en un número significativo de estudiantes, el anhelo por conocer más. Estos son algunos ejemplos:

i. Al inicio del semestre, examen de 20 preguntas de cultura general sin valor en la calificación; su propósito es que el estudiante se entere cuál es su situación. ¿Se acuerda de aquello que ha aprendido en secundaria y preparatoria? ¿Conoce el mundo? ¿Sabe quiénes son los protagonistas políticos, sociales y culturales de la actualidad? ¿Puede correlacionar lugares con personajes en la historia? ¿Y en las noticias del momento? ¿Puede describir lo que sucede en Jalisco, México y el mundo?

Cada estudiante responde individualmente su examen para luego, intercambiar con otro compañero que será el responsable de calificar.

El examen es luego respondido de manera grupal y cada evaluación calificada por un alumno (el profesor no ve quién contestó qué, ni qué notas obtuvieron). Luego, el alumno que califica agrupa a su pupilo entre las distintas categorías que con apelativos simpáticos, se establecen desde los cultos y los enterados, hasta los que menos respuestas correctas tuvieron. Al concluir, el evaluador entrega el documento calificado a su pupilo y recibe el suyo, normalmente en un intercambio alegre de comentarios, risas, estrechadas de mano y hasta abrazos.

El ambiente es incluso festivo, pero los resultados (evaluados por uno de sus compañeros) pueden dejar hondas impresiones y generar cambios significativos en quienes no se sienten satisfechos por su propio desempeño (pero tampoco señalados por su profesor);16

ii. No llegar a informar al estudiante. Los alumnos reciben un listado de lecturas necesarias, y otras recomendadas para conocer el tema antes de clase. Además, se fomenta que ellos mismos sugieran otros textos.

Así, la sesión se destina a sintetizar, preguntar sobre alguna arista ambigua de las lecturas, examinar, criticar la posición de los diferentes autores (en ocasiones contradictorias entre ellas) y evaluar, más que a informar. Los estudiantes se convierten así en protagonistas cotidianos de las clases y no en lectores de Power Point, manifestando posturas definidas y generando enriquecedores debates intelectuales en torno a distintas ideas.17

En una conversación con un querido amigo que fue mi alumno hace casi dos décadas, fue justamente esto lo que más recuerda de mis clases: el hecho de que el método pedagógico propuesto lo obligaba a hacerse cargo de sus responsabilidades y de su enorme capacidad para aprender y proponer. Era él quien leía, investigaba y preparaba las clases (como el resto de sus compañeros) para discutir, debatir, cuestionar, criticar y buscar construir;

iii. Referencias cotidianas a situaciones, películas y libros que coadyuven a poner al estudiante en contexto histórico. Además, evitar que la historia sea lineal. No basta conocer lo que sucedió en México, sino qué pasaba al mismo tiempo que se desarrollaba un evento en particular, en Francia, Canadá, Argentina o Japón en el mismo momento;

iv. Lecturas de época para propiciar poner en contexto. No leer solo sobre el Constituyente, sino leer a miembros de éste; no investigar únicamente acerca del Federalista, sino leer algún texto de Hamilton;

v. Dejar de solo discutir y referirse a lo que es, para cuestionarlo de una manera crítica y propositiva. Eso es así pero, ¿es lo adecuado? ¿Es justo? ¿Es lo que favorece el bien común? ¿Es ético? Eso ha de discutirse siempre, con relación a todas las normas, a lo que se suele hacer, sin pausa, y permitiendo que los estudiantes libremente discutan y critiquen, con frecuencia con visiones radicalmente distintas a las del profesor que es más un coordinador y quien busca encauzar.

Los estudiantes no suelen estar habituados a ser los responsables de su propia investigación. El reto está en convencerles que será mucho más fructífero dejar el rol pasivo que suelen tener asignado para ser quienes dirigen el proceso de aprendizaje de conocimientos y competencias.

III ] Los retos

Los objetivos que han de buscarse por las Universidades son muchos, y sin embargo, pueden enfrentarse con cabalidad teniendo en mente un solo y muy claro postulado: No olvidarse de quién es uno y de cuál es el propósito formativo que se tiene y que los temas y modas coyunturales no nos desvíen del propósito esencial. Como señala Edgar Morín, el problema no es la falta de conocimientos, sino los modos de conectar los conocimientos.18

Debe, por ende, buscarse revertir el mezquino análisis de los rankings universitarios, con argumentos sólidos pedagógicos y éticos. Eso significará en ocasiones trabajar contra corriente. No señalar sólo lo que se hace y cómo está estructurada la norma, sino lo que debería hacerse con sustento ético. Debe además formarse a los estudiantes sólidamente en los fundamentos19.

Es una falta de respeto no requerir del estudiante prepararse de una manera comprometida, seria y profunda con los contenidos, y generar las competencias necesarias para desarrollar la profesión con las cualidades que éste se ha propuesto, tal como lo señala la profesora Cary Bricker: My classes are a lot of work, and students must be ready to work. Classes are pitched really high. They have to get called on and must be prepared.20

El Maestro de Derecho debe presentarse ante el salón de clases no a exhibir su conocimiento, sino a aprovecharlo para coadyuvar en la formación de sus estudiantes... sabiendo despertar el interés y el espíritu crítico de cada joven al desarrollar sus habilidades pedagógicas con la mayor calidad posible – no solo saber, sino saber enseñar y acompañar en el aprendizaje-. El académico ha de exigir de cada estudiante su potencial; si no lo hace, está desperdiciando y engañando a sus pupilos.21

En Derecho, sin duda habría que tratar una serie de temas relevantes: multidisciplinariedad, transversalidad, ética22, internacionalización, argumentación, oralidad, práctica, robustecer el conocimiento teórico sin la rigidez decimonónica y al contrario, con la ductilidad que Zagrebelsky propone.23

Un problema actual adicional es que, siguiendo a Lazcano, la crisis de la universidad contemporánea en el mundo se debe entre otros motivos a que se está perdiendo la tradición humanística... en donde los estudiantes, les guste o no, aunque decidan ser matemáticos, están expuestos a la historia, a la filosofía, a las lenguas, a la música.24

¿Puede un jurista estar plenamente formado si no tiene sólidos conocimientos de historia y filosofía? ¿Y sin comprender el contexto socio político de su comunidad, de su país y del mundo? ¿Vale la pena saber qué pensaba Aristóteles, compuso Bizet o escribió Aquino?

Hay que continuar con capacitar en la práctica, en promover grupos multidisciplinarios, talleres y clínicas, en flexibilizar el conocimiento para resolver problemas reales, en poner los derechos humanos en el centro de la discusión, en plantear al Derecho en los términos del Estado Constitucional de Derecho. En cambio, falta fortalecer el rigor académico. Es por supuesto relevante educar en competencias, pero el ejercicio práctico requiere de manera indispensable de una cimentación sólida de conocimientos teóricos. De otra manera, la formación estaría inacabada. Hace falta la buena teoría que es aquella que alcanza a transmitir a los alumnos las construcciones dogmáticas de alto nivel. Construcciones que son necesarias para que la ciencia jurídica tenga incidencia en la práctica cuando los alumnos ejerzan su profesión.25

La exigencia académica debe ser relevante porque no pedir a los alumnos un esfuerzo conforme a sus capacidades es faltarles al respeto y promover la mediocridad. En cambio, formar en el humanismo enriquecerá a los estudiantes, no solo en tanto abogados, sino en cuanto personas.26

La Universidad ha de innovar, pero sin dejar de tener rigor académico, buscando humanizar cada vez más nuestro entorno y respetando todas las formas de pensar, pero dejando en claro cuál es el postulado que la Universidad ha de robustecer en la búsqueda de la verdad; innovación tecnológica pero fomentando que nuestros egresados sean humanistas; internacionalización pero fomentando el amor por la Patria, esa a la que Efraín González Morfín se refería como la casa de los Padres en perpetuo estado de edificación, y formación humana porque de poco serviría la universidad si no genera a los mejores para la comunidad.

IV ] Conclusiones

Como lo señala el Cardenal Newman: It is to take a very contracted view of life... to think with great anxiety how persons may be educated to superior skill in their department, comparatively neglecting or excluding the more liberal and enlarged cultivation.27

Entre los retos de la educación jurídica podría haber hablado de más salas de juicios orales (que por supuesto se construirán), talleres y clínicas, del método del caso, de apoyo para moots, de revistas jurídicas, de más y mejores cursos de argumentación y hermenéutica.

Pero prefiero señalar lo que a veces se nos pasa: no nos olvidemos de quiénes somos y cuál es el propósito formativo que nos alienta, y que la educación jurídica sea congruente con ello. Debemos formar buenos abogados en lo técnico, pero especialmente en lo ético, que sepan de filosofía, geografía, literatura, música y arte en general, historia y política; críticos y propositivos, para que puedan madurar como verdaderos jurisprudentes.

 

Si la reflexión moral es dialéctica – si va y viene entre

los juicios que hacemos en situaciones concretas y los principios

que los informan-, necesitará de opiniones y convicciones, por parciales que

sean y poco documentadas, como del aire que se respira. Una filosofía

en la que no rocen las sombras sobre la pared no será sino una utopía estéril

 

Michael J. Sandel

 

Bibliografía

 

ALFARO BARRETO, Alfonso, La universidad y sus afluentes: el colegio de humanidades, Xipe Totek, revista del departamento de filosofía y humanidades, Guadalajara, año 27, núm. 105, marzo-mayo de 2018.

CALVINO, Italo, Por qué leer los clásicos, Madrid, ediciones Siruela, 2013.

CARBONELL, Miguel, La Enseñanza del Derecho, Ciudad de México, Porrúa, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008.

GATT CORONA, Guillermo Alejandro, Los jóvenes abogados en un México convulso, Dilemas Contemporáneos Sobre el Ejercicio de la Abogacía en México, ABA ROLI México, Iniciativa para el Estado de Derecho, México, 2015.

HERNÁNDEZ FRANCO, Juan Abelardo et al., Nuevos Perfiles de la Educación Jurídica en México, México, Porrúa – Universidad Panamericana, 2006.

LAZCANO, Antonio, Sobre la Universidad. La Universidad en México (Mesa de Diálogo de Francisco Javier Garcíadiego, José Sarukhán Kermez y Antonio Lazcano), Xipe Totek revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, Guadalajara, año 27, número 107, septiembre-noviembre de 2018.

LOZANO DÍEZ, José Antonio & DOVAL Víctor Isolino, Ciudad y belleza, 2ª. ed., México, Tirant Humanidades – Universidad Panamericana – Kratos, Política, Ética y Humanismo, 2018.

NEWMAN, John Henry, The Idea of a University, University of Notre Dame, Notre Dame, 1960.

PP. FRANCISCO, Amoris Laetitia, La alegría del amor – Sobre el amor en la familia, Exhortación Apostólica Postsinodal, Buena Prensa, núm. 265, 2016.

SALORD BELTRÁN, Manuel Ma., La influencia de Francisco de Vitoria en el Derecho indiano, México, Porrúa, 2002.

SCHWARTZ, Michael Hunter, et al., What the Best Law Teachers Do, Cambridge, Harvard University Press, 2013.

TÉLLEZ MAQUEO, Ezequiel, La Importancia del Estudio de los Clásicos, Ciudad de México, Ars Iuris 42, Universidad Panamericana, 2009.

ZAGREBELSKY, Gustavo, El Derecho Dúctil, 10ma ed., Editorial Trotta, Madrid, 2011.

1 Agradezco a Guillermo A. Gatt Ontiveros su revisión y apuntes para este texto.

2 Doctor en Derecho, catedrático en la Universidad Panamericana y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente

3 LOZANO DÍEZ, José Antonio & DOVAL, Víctor Isolino, Ciudad y belleza, 2ª. ed., México, Tirant Humanidades – Universidad Panamericana – Kratos, Política, Ética y Humanismo, 2018, pp. 28-29.

4 HERNÁNDEZ FRANCO, Juan Abelardo et al., Nuevos Perfiles de la Educación Jurídica en México, México, Porrúa – Universidad Panamericana, 2006, p. 61.

5 Preguntas planteadas en CARBONELL, Miguel, La Enseñanza del Derecho, Ciudad de México, Porrúa, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008.

6 ALFARO BARRETO, Alfonso, La universidad y sus afluentes: el colegio de humanidades, Xipe Totek, revista del departamento de filosofía y humanidades, Guadalajara, año 27, núm. 105, marzo-mayo de 2018, pp. 37-53.

7 Ibidem, p. 39.

8 Ibidem, pp. 40-41.

9 Ibidem, p. 42.

10 Ibidem., p. 46.

11 Idem.

12 Citado por TÉLLEZ MAQUEO, Ezequiel, La Importancia del Estudio de los Clásicos, Ciudad de México, Ars Iuris 42, Universidad Panamericana, 2009, pp. 206-207.

13 CALVINO, Italo, Por qué leer los clásicos, Madrid, ediciones Siruela, 2013, p. 15.

14 www.greatbooks.org

15 Los humanistas... eran más partidarios de emplear la gramática y la retórica y sobre todo, buscaban siempre la lectura directa de las fuentes directas de un autor, aunque para leer a Aristóteles o Justiniano se tuviera que aprender griego o latín para leerlos directamente, lo que hizo que llegaran a poseer una mayor cultura general. TÉLLEZ, Op. cit., p. 211.

16 Es impresionante el número de estudiantes que después de una actividad con tono de juego como ésta, se acerca para preguntar acerca de lecturas que puedan favorecer su comprensión de su país, de la historia o de algún tema.

17 En el fondo, se trata de evitar el modelo de educación conservadora o tradicionalista del derecho que Alberto Campos Chacón describe de la siguiente manera: El profesor asume una actitud autoritaria y anti-reformista. Su clase es magistral, ausente de diálogo. El alumno permanece pasivo durante el curso, ya que en su calidad de recipiente se le obliga a ser incapaz de formarse un sentido crítico de cuanto le rodea, sin cuestionar en lo más mínimo el mundo de su tiempo. El método didáctico es autoritario-vertical. El valor fundamental reside en la disciplina. Hernández Franco, Juan Abelardo, et al., Op. cit., p. 30.

18 MORÍN, Edgar en Conferencia dictada el 11 de noviembre, 2003 en el Instituto Tecnológico Autónomo de México citado por HERNÁNDEZ FRANCO, Juan Abelardo, et al., Op. cit., p. 61.

19 Por ejemplo, el estudio del latín, la lógica, la dialéctica, la especulación ordenada de problemas metafísicos, sociales, etc. Ejercitan a los estudiantes el hábito de la comprensión de contextos. El ensayo de la especulación humanística permite el desarrollo del razonamiento metafórico. Por ello, podemos decir que el valor esencial de estos estudios no radica tanto en sus contenidos, sino en la capacidad crítica, orden mental y valoración ética, que sólo se produce con esta práctica mental. Ibidem, p. 73.

20 Mis clases requieren de mucho trabajo, y los estudiantes deben estar preparados a realizarlo. Las clases se dirigen con un alto nivel. Tienen que ser cuestionados y deben ir preparados (Traducción del autor). SCHWARTZ, Michael Hunter, et al., What the Best Law Teachers Do, Cambridge, Harvard University Press, 2013, p. 124.

21 GATT CORONA, Guillermo Alejandro, Los jóvenes abogados en un México convulso, Dilemas Contemporáneos Sobre el Ejercicio de la Abogacía en México, ABA ROLI México, Iniciativa para el Estado de Derecho, México, 2015, p. 20.

22 El reto para los pedagogos y maestros es enorme: Una formación ética eficaz implica mostrarle a la persona hasta qué punto le conviene a ella misma obrar bien. Hoy suele ser ineficaz pedir algo que exige esfuerzo y renuncias, sin mostrar claramente el bien que se puede alcanzar con esto. PAPA FRANCISCO, Amoris Laetitia, La alegría del amor – Sobre el amor en la familia, Exhortación Apostólica Postsinodal, Buena Prensa, núm. 265, 2016, p. 207.

23 ZAGREBELSKY, Gustavo, El Derecho Dúctil, 10ma ed., Editorial Trotta, Madrid, 2011.

24 LAZCANO, Antonio, Sobre la Universidad. La Universidad en México (Mesa de Diálogo de Francisco Javier Garcíadiego, José Sarukhán Kermez y Antonio Lazcano), Xipe Totek revista del Departamento de Filosofía y Humanidades, Guadalajara, año 27, número 107, septiembre-noviembre de 2018, pp. 341-342.

25 CARBONELL, Op. cit., p. 91.

26 Humanismo es el cultivo de los clásicos grecolatinos para aprender de ellos la elegancia del estilo y la sabiduría antigua en lo que tiene de racional y humano. En él se distinguen tres aspectos característicos: docta religio, amor sapientiae y latinismo. Docta religio... que nos habla de la armonización entre las doctrinas y erudición de los clásicos, con la piedad y la religión cristianas. Amor sapientiae, que es aprecio por la verdadera sabiduría que hace que la creencia esté en relación al hombre y a Dios, no simplemente la ciencia por la ciencia. Latinismo, que supone el amor y cultivo del latín clásico y ciceroniano. SALORD BELTRÁN, Manuel Ma., La influencia de Francisco de Vitoria en el derecho indiano, México, 2002, p. 7.

27 Implica asumir una perspectiva de vida muy reducida... el pensar con gran ansiedad, que las personas pueden ser educadas en una habilidad superior en su área, prácticamente sin atender o excluyendo cultivarse de manera liberal y amplia (Traducción del autor). NEWMAN, John Henry, The Idea of a University, University of Notre Dame, Notre Dame, 1960, p. 129.