Reseña del libro
KARLA P. GUDIÑO YÁÑEZ2
Orgullosamente, este libro comenzó a gestarse en las aulas de la Universidad Panamericana, durante aquél fecundo Doctorado en Derecho por Investigación emprendido de 2006 a 2008, que cursaron algunos de nuestros mejores profesores y cuya excepcional calidad académica ha mantenido su resonancia.
En efecto, esta obra corresponde a la tesis doctoral de Guillermo Gatt Corona, titulada “La Guerra Justa en Francisco de Vitoria: La definición del acto bélico y su eticidad en el mundo contemporáneo, a la luz de la doctrina de Salamanca”; fruto de un verdadero trayecto intelectual que llevó al autor a través de la historia, de la literatura e incluso del Atlántico, pues enfrascado en su objeto (y sujeto) de estudio, acabó por viajar al país castellano en busca del dominico, que, al fin, salió cabalmente a su encuentro.
Quienes tuvimos el privilegio de asistir a la defensa de la tesis en el campus de Mixcoac, presenciamos un genuino diálogo entre humanistas, de esos en donde se manifiesta la auténtica Universidad y en cuya profundidad, la labor académica reivindica su nobleza.
Como corresponde al modus operandi de Guillermo, no habíamos acabado de brindar por su mención honorífica cuando ya él tramaba la publicación. Pronto se tejió una inédita colaboración entre sus Almas Máteres, de modo que en 2013 apareció en los anaqueles este libro, publicado conjuntamente por el ITESO y la Universidad Panamericana, campus Guadalajara.
Se impone aquí una pausa para advertir lo significativo de esta colaboración. Las dos universidades de inspiración católica más importantes del occidente del país, comprometidas seriamente con la verdad desde su propio y complementario temple, unieron fuerzas convencidas del valor de esta obra y de su autor. No es un hecho menor la concurrencia de voluntades: ambas casas de estudio han sido el centro de la fructífera vocación académica de Guillermo, quien por espacio de dos décadas ininterrumpidas ha servido en ellas como docente.
Durante la presentación de la obra en la Universidad Panamericana, el Dr. Juan de la Borbolla aventuró la idea, nada descabellada, de que estamos ante un libro que podría dar lugar a dos. Uno dedicado a la exposición de la guerra justa y a un esclarecimiento de los conflictos armados en su complejidad; otro, consagrado a la persona y pensamiento de Francisco de Vitoria.
1. La paz como razón de un proyecto académico
Sé que esta investigación partió de la profunda indignación de Guillermo ante la guerra. No en vano es un internacionalista que constantemente se ha dado a la tarea de asimilar múltiples manifestaciones del uso de la fuerza y así, a lo largo del libro se aprecia una firme denuncia frente a la abrumadora cotidianeidad de la violencia.
Resulta alarmante cómo se ha normalizado la continuidad de conflictos armados alrededor del mundo, pero preocupa en igual medida el pragmatismo con el que éstos se abordan. La guerra se discute, por ejemplo, desde la situación geopolítica, la oportunidad económica, el avance tecnológico o la estadística demográfica, pero con frecuencia se omite su análisis a partir de la ética y la justicia.
El Derecho Internacional Público despliega una amplia pero inacabada regulación al respecto. La comunidad internacional –la misma que crea las normas en este sistema sui generis- se muestra tímida, cuando no reticente, ante la calificación jurídica del acto bélico. En el conjunto de normas no se advierte una postura clara frente al problema; algo luce por su ausencia en el entramado del derecho de guerra contemporáneo.
Uno de los cuestionamientos al sistema de mantenimiento de la paz y seguridad internacionales de Naciones Unidas planteados por el ilustre Antonio Cassese, pondera cómo la Organización se ha inclinado hacia una idea de paz negativa, entendida como la mera ausencia de guerra, relegando la procuración de una paz positiva, consistente en abrazar la justicia como la mejor forma de prevenir hostilidades.3 Pues bien, en el núcleo del libro de Gatt se anida una convicción fundamental a favor de la paz, sobre todo en esta forma positiva que se construye sobre el reconocimiento de la dignidad humana y de sus exigencias; una paz que demanda evitar la violencia, pero también plantearse seriamente el problema bélico, considerando todas sus aristas.
2. La calibración de la guerra en clave vitoriana
Guillermo se propuso estudiar la guerra alumbrado por las ideas de un esclarecido personaje que le ha apasionado desde siempre por su erudición, autenticidad, valentía y sorprendente actualidad. Mucho antes de que este libro siquiera asomara en la mente de su autor, Francisco de Vitoria era una referencia habitual en sus reflexiones dentro y fuera del aula. Esta filia tiene que ver, desde luego, con la vocación internacionalista de Gatt, pero sospecho que no fue sólo su área de especialidad (una de ellas, para ser cabales) la que le atrajo a la figura del español.
El propósito del libro consiste, pues, en aplicar el pensamiento vitoriano al problema contemporáneo de la guerra. Para ello, el autor leva anclas en un análisis del fenómeno bélico y la complejidad de su caracterización. La primera parte del libro da cuenta de qué es la guerra y cuál es su propósito. La respuesta a estas cuestiones da lugar a dos postulados que nutren toda la obra y marcan el tono de la argumentación: por una parte, una definición de la guerra confeccionada por el propio autor a partir de sus constituyentes y por otra, la muy aguzada afirmación de que, en las entrañas de los conflictos armados, radica esencialmente la paz como propósito último, lo cual comporta un hallazgo esperanzador.
Los capítulos subsecuentes afianzan estas dos afirmaciones principales. En ellos, el autor explora la complejidad de los conflictos armados a la luz de autoridades intelectuales sumamente relevantes. Se presenta un elenco de problemas prácticos de evidente actualidad, que nos conducen a prestar consideración a los diversos protagonistas de la guerra, a pensarla desde las personas, y nos sitúan en un terreno histórico donde es posible verificar las ideas ante la realidad concreta.
El segundo segmento del libro aborda la teoría de la guerra justa, para cuya descripción repasa los postulados clásicos y medievales más pertinentes, seleccionados cuidadosamente, en los cuales se pone de manifiesto una discusión universal que soporta el paso del tiempo y es retomada por los pensadores contemporáneos.
Gatt dispone aquí un eslabón que prepara el ánimo intelectual para entender a Vitoria, nos sintoniza en modo humanista y explica la validez e importancia de someter la guerra a la evaluación del juicio ético. En este punto se plantean claramente las preguntas alrededor del acto bélico a las que habrá de aplicarse la doctrina vitoriana: ¿cuándo es lícito acudir a las armas? ¿cómo debe conducirse una confrontación? ¿cómo hay que proceder al cabo de la misma?
Francisco de Vitoria desarrolló en los siglos XV y XVI una teoría de la guerra justa sin precedentes, en la que concibió además la piedra angular de la configuración del orden global: la noción de una sociedad internacional o totus orbis, vinculada por el derecho natural, el ius inter gentes.4 Si, como a Guillermo, nos fastidia hablar de paternidades, diremos que la teoría vitoriana es el cimiento fundador del Derecho Internacional moderno, ese que se gestó como un orden imprescindible e inaplazable ante el surgimiento del Estado.
El tercer apartado de libro, el más extenso, no sólo constituye un estudio riguroso del dominico en su ciencia y contexto, sino que entre líneas edifica un auténtico homenaje al admirable humanista. No es posible separar al pensador del pensamiento, así que, a más de cuatro siglos de distancia, nuestro autor emprendió una averiguación digna de un agente de inteligencia. Dado el rigor de su estudio y la inusitada diversidad de las fuentes consultadas, casi pasó de tratadista a biógrafo, labor por lo demás relevante en el marco de su investigación.
Guillermo suele decir que el dominico (1483/86-1546) andaba à califourchon (a horcajadas) entre la Edad Media y la Modernidad, entre el escolasticismo medieval, tan arraigado en la Orden de los Predicadores, y el humanismo renacentista. En efecto, la vida de Vitoria se inscribe en un tejido histórico de enorme trascendencia. Fue contemporáneo del descubrimiento de América, el Siglo de Oro Español, la invención de la imprenta, la Reforma Protestante y la revolución copernicana, entre otros sucesos que estremecieron el statu quo medieval. Gatt coloca perfectamente al personaje en su contexto y consigue así enmarcar con gran tino las ideas del dominico en torno a la guerra justa.
De manera particular, la conquista del Nuevo Mundo planteó cuestionamientos de carácter jurídico y moral a los pensadores de la época. La Escuela de Salamanca, de corte eminentemente iusnaturalista, se consolidó como el seno de una reflexión académica de extraordinaria profundidad e influencia sobre las implicaciones del imperialismo cristiano y las injusticias a él aparejadas. A la cabeza del pensamiento salmantino se encontraba el insigne sacerdote dominico, a quien el hábito no privó de independencia. Por el contrario y sin traicionar su religiosidad, el también teólogo se entregó al escudriño de esta compleja realidad con firme coherencia.
La forma en que se documentaron sus argumentos es de enorme significancia. El corpus vitoriano, como lo llama Guillermo, es un verdadero legado, pues no nos llega del puño y letra del fraile, sino que consta en las Relecciones, nada menos que los apuntes tomados por los alumnos de su cátedra. Con esto en mente, me atrevo afirmar que Guillermo acomete el estudio y descripción de los postulados vitorianos sobre la guerra justa con la actitud que debieron profesar los discípulos del español.
Durante los capítulos postreros, el libro discurre generosamente en el análisis de las ideas medulares que componen la doctrina de Vitoria, articuladas en tres puntales expuestos con claridad pedagógica: (i) el ius ad bellum o los presupuestos para acudir a la guerra válidamente, (ii) la calificación del acto bélico como justo o injusto, a partir del examen de los títulos legítimos e ilegítimos que lo motivan, y (iii) el ius in bello o los límites a la conducción de hostilidades.
Al cabo, el autor demuestra su hipótesis: el pensamiento del fraile reviste tal universalidad, que es posible y necesario emplearlo en la valoración de la guerra contemporánea. Para ello, Guillermo fabrica una especie de molde a la medida de esta teoría de la guerra justa, eso que denomina el test de eticidad aplicable a los distintos momentos de cualquier confrontación bélica, que sirve de brújula para identificar si se justifica o no el quebrantamiento de la paz.
Es fácil oponerse a la guerra, sobre todo cuando no se es parte en el conflicto. El pacifismo ha sido predicado hasta por los Beatles y, salvo aquellos que se aprovechan criminalmente de la violencia, concordamos en que la paz es, como dice el Dr. Hugo Ramírez García, condición para una vida a la altura de la humanidad. Lo difícil es participar en su edificación, empresa que sólo puede echarse a andar por la vía de la justicia y que se perfecciona en el perdón.
El autor evidencia un compromiso serio a favor de esta causa y postula la exigencia de tomar al toro por los cuernos, es decir, con rigor académico e inspiración humanista, concretamente vitoriana. El mensaje es clarísimo: no se puede abordar la guerra con ingenuidad e indeterminación, no si uno se toma la paz en serio.
Guillermo nunca ha tenido empacho en cerrar filas contra cualquier tipo de violencia, pero este libro es su protesta más contundente.
1 GATT Corona, Guillermo Alejandro; El Derecho de Guerra Contemporáneo Reflexiones desde el pensamiento de Francisco de Victoria, editado por la Universidad Panamericana y El Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, Guadalajara Jalisco, 2013.
2 Abogada y funcionaria pública. Profesora de la Universidad Panamericana, campus Guadalajara.
3 Cfr. Cassese, Antonio, International Law, 2ª edición, Oxford University Press, Nueva York, 2005, p 325.
4 Antonio Gómez Robledo se refiere a esto como la profecía de Vitoria y cita al fraile en De potestate civili: “El mundo entero, en efecto, que es, en cierto modo, una República, tiene el poder de promulgar leyes equitativas y adaptadas a las necesidades de todos, como son las del derecho de gentes. […] No es permitido a un reino particular rehusarse a estar vinculado por el derecho de gentes, ya que es un derecho promulgado por la autoridad del mundo.” Gómez Robledo, Antonio, El ius cogens internacional. Estudio histórico-crítico, 1ª reimpresión, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México, 2003, p. 176.
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